- Sociología fenomenológica
La relación histórica entre sociología y fenomenología no ha sido fácil y más problemática aún es la proposición de una sociología fenomenológica. En primer lugar, porque, de acuerdo a la acertada prevención de Josexto Beriain: "La denominación sociología fenomenológica puede leerse como fundamentación fenomenológica de la sociología; preferiríamos entonces usar la denominación fenomenología sociológica, aplicable a Alfred Schutz, clásico de esta corriente. También puede leerse como sociología, ciencia empírica inspirada en tal fundamentación; en este caso es más adecuado hablar de sociología fenomenológica" (22). En la segunda opción Beriain ubica la obra de Berger y Luckmann.
No obstante, la sociología es una de las disciplinas no-filosóficas donde -en los últimos decenios- la influencia de la fenomenología ha sido manifiesta. Por lo tanto, siguiendo la tesis de una quinta etapa, utilizaremos la expresión sociofenomenología para designar las teorías e investigaciones que se desarrollan dentro de la perspectiva de una ciencia de la sociedad inspirada en la fenomenología; que nosotros asumiremos como un programa de investigación. Así evitaremos enredarnos en los hiatos y los aparentes saltos o contradicciones entre una fenomenología sociológica y una sociología fenomenológica, poniendo la mayor vigilancia epistemológica en el núcleo filosófico común que hace verosímil la continuidad de una heurística positiva; vistas desde la cual, las distintas versiones se convierten en síntomas de vitalidad del programa. En efecto, si el poder heurístico que emana del núcleo es verdaderamente potente debe dar lugar a muchas tematizaciones (23).
La denominación sociofenomenología nos permitirá, además, distinguirla de otras iniciativas desarrolladas por pensadores como Theodor Litt, Alfred Vierkandt o Georges Gurvitch, también inspirados en la fenomenología (24). Sin embargo, esos intentos independientes no toleran un engarce a programa alguno, ni tampoco se relacionan -en su lógica- con el trabajo de Schutz, cuya obra establece un dialogo directo y permanente con las ciencias sociales (25). Queremos decir con esto que no todo lo que circula con el rótulo de fenomenológico será considerado como parte del programa sociofenomenológico. Para despejar aquello nos serviremos de las categorías epistemológicas de Lakatos.
No desconocemos que el tema es complejo y presenta dificultades, pero es indesmentible que un sector de las ciencias sociales empíricas (o positivas) de nuestro tiempo ha venido desarrollando un enfoque que se declara fenomenológico. En consecuencia el "hecho" merece un análisis desde su dimensión propia, es decir, en su carácter de "disciplina no-filosófica". Por eso será necesario analizar con detención las condiciones de uso del discurso fenomenológico en el ámbito del quehacer de las ciencias sociales dado que, en apariencia, existe una considerable distancia entre un discurso teórico abocado a la explicitación del ser social del hombre (situado en el contexto de las formas empíricas de organización colectiva), a otro, consagrado a describir las formas de experiencia de la conciencia individual. Esta antinomia tuvo fuerte asidero en las primeras etapas de la fenomenología caracterizadas por la crítica al psicologismo que, sin mayor dificultad, podría extrapolarse a un supuesto sociologismo. Con ese criterio la sociología (del mismo modo que la psicología) quedaría excluida de incursionar en el ámbito de las cosas mismas que interesaban a la fenomenología, si por éstas se entiende la fundación de las verdades lógico-matemáticas y otras esencias de orden trascendental.
No obstante, la propia fundación de tales idealidades condujo a investigar las condiciones de aparición de aquéllas. Éstas se refirieron, en principio, a una conciencia egológica, pero muy pronto el propio Husserl amplió el análisis a una pluralidad de conciencias puestas en contacto por medio de algún proceso de comunicación, emergiendo así la zona de la intersubjetividad que, a su vez, facilitó la tematización de lasocialidad y desplazó el análisis desde lo subjetivo a lo social, interpretando la socialidad como una forma de intersubjetividad.
No obstante, vista desde la sociología profesional (26), la irrupción fenomenológica en la arena tradicional de las ciencias sociales planteó un problema a resolver: la cuestión de la socialidad como forma superior de intersubjetividad. Eso les preocupa a los científicos sociales porque –a su juicio- los fenomenólogos ortodoxos conciben la socialidad como una suerte de sublimación de formas inferiores, más básicas e inmediatas de la conciencia y con ello se correría el riesgo de perder de vista la dimensión constituyente de la objetividad de lo social que los sociólogos defienden como la conditio sine qua non de su disciplina en tanto discurso científico. En breve: de acuerdo a una limitada y simplificada interpretación de la intersubjetividad, manifiestan su resistencia a aceptar que la socialidad sea la consecuencia de un encuentro de conciencias subjetivas.
En palabras de Benoist y Karsenti: "...la socialidad no puede ser entendida, bajo el riesgo de perder su especificidad, como una simple variante de la relación intersubjetiva supuestamente primordial, pero esto no significa que se pueda concebir un mundo social independiente de toda referencia y de toda apropiación intersubjetiva (y, por ende, subjetiva). (...) Lo que nos anima sobre esta vía es la evolución del discurso de una cierta sociología que va, por así decir, al encuentro de la filosofía en estas materias" (27).
v En efecto, apremiada por la convincente consistencia del embate fenomenológico y a raíz de los descubrimientos de algunos teóricos e investigadores de las ciencias sociales que, en los últimos decenios, han venido confrontado sus posturas -de manera crítica- con la fenomenología (v.g., J. Habermas, A. Guiddens, P. Bourdieu, J. Ibañez) la sociología ha reconocido la necesidad de dialogo. En el curso de esa
dialéctica se ha llegado a reconocer que el estudio de la vida social no puede excluir al sujeto, porque él está implicado de forma decisiva en la construcción de la realidad "objetiva" que estudia la ciencia social y, de esa forma, se ha comenzado a tomar en serio el llamado de atención de Schutz: "... siempre podemos volver al hombre olvidado de las Ciencias Sociales, al actor del mundo social cuyas acciones y sentimientos están en la base de todo sistema (28)." A su vez, ello conduce a admitir que la sociología debe cambiar su tradicional concepción de la socialidad para poder recobrar ese elemento central e insustituible que, sin embargo, ella marginó en algún momento de su devenir, a saber: el fenómeno-sujeto (29).
Este dilema desborda el esquema puramente metodológico o de elección de técnicas de análisis. En primer lugar involucra elucidar los fundamentos de lo que se estimará ciencia de los fenómenos sociales y esa, ciertamente, es una dimensión filosófica; en segundo lugar está comprometido el problema –también filosófico- de esclarecer la constitución del objeto de estudio, es decir, el problema ontológico de qué es la realidad social. Y recién en tercer lugar aparece la cuestión metodológica y de las técnicas de investigación de tal mundo social. Ahora bien, la propuesta de restitución de un ámbito filosófico legítimo en la sociología significa, por sí solo, atentar contra la tradición positivista.
Cuadro conceptual:
dialéctica se ha llegado a reconocer que el estudio de la vida social no puede excluir al sujeto, porque él está implicado de forma decisiva en la construcción de la realidad "objetiva" que estudia la ciencia social y, de esa forma, se ha comenzado a tomar en serio el llamado de atención de Schutz: "... siempre podemos volver al hombre olvidado de las Ciencias Sociales, al actor del mundo social cuyas acciones y sentimientos están en la base de todo sistema (28)." A su vez, ello conduce a admitir que la sociología debe cambiar su tradicional concepción de la socialidad para poder recobrar ese elemento central e insustituible que, sin embargo, ella marginó en algún momento de su devenir, a saber: el fenómeno-sujeto (29).
Este dilema desborda el esquema puramente metodológico o de elección de técnicas de análisis. En primer lugar involucra elucidar los fundamentos de lo que se estimará ciencia de los fenómenos sociales y esa, ciertamente, es una dimensión filosófica; en segundo lugar está comprometido el problema –también filosófico- de esclarecer la constitución del objeto de estudio, es decir, el problema ontológico de qué es la realidad social. Y recién en tercer lugar aparece la cuestión metodológica y de las técnicas de investigación de tal mundo social. Ahora bien, la propuesta de restitución de un ámbito filosófico legítimo en la sociología significa, por sí solo, atentar contra la tradición positivista.
Cuadro conceptual:
- Antropología fenomenológica
- Aplicación al hombre del método fenomenológico
- Hombre, ser natural que da “sentido” a la naturaleza
- "Hay que avanzar a las cosas mismas"
- Es una vuelta de lo psíquico a las cosas mismas
- La fenomenología tuvo así una doble función. La primera fue la de aprender el contenido de las cosas. Otra, la de abrir el libre espacio del filosofar frente a toda la servidumbre psicológica o científica.
- Aplicación del método fenomenológico en la antropología, es decir:
- Mostrar aquello que se presenta: fenómeno
- Su filosofía debe ser el conocimiento de las escencias antropológicas
- El hombre proyecta sentido sobre el mundo
Cuadro conceptual:
Referencias
- Beriain, Josetxo (1998) “La Sociología Fenomenológica”. En Beriain J. e Iturrate José Luis (edts). Para Comprender la Teoría Sociológica. EVD. Navarra. P.259. Cursivas son nuestras.
- Timasheff, Nicholas (2001) “La Escuela Fenomenológica”. En: Teoría Sociológica. F.C.E., México, vigésima reimpresión. cfr.331 y sigts.; y, b)
- Martindale, Don (1968) “La Rama Fenomenológica”. En: La Teoría Sociológica. Aguilar. Madrid; cfr. p.314 y sgts.
- Schutz, Alfred (1974) “El mundo Social y la Teoría de la Acción Social”. En: Estudios sobre Teoría Social. Amorrortu, Buenos Aires. P 20.
- Benoist J et Karsenti B. “Phènomènologie et Sociologie”. PUF. París. 2001. p. 14
- dUch, Ll. y mélich, J-C. (2005). Escenarios de la corporalidad. Antropología de la vida cotidiana 2/1. Madrid: Trotta.
- Henry, M. (2007). Filosofía y fenomenología del cuerpo. Ensayo sobre la ontología de Maine de Biran. Salamanca: Sígueme.
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